Por Carlos Niezen, CEO de KasNet Perú y autor del libro «Mentalidad Estratégica 2.0»
¿De qué sirve un MBA si no puedes responder cuando todo cambia de un día para otro? Las crisis, la disrupción tecnológica y la volatilidad demostraron que el liderazgo no se mide en diplomas, sino en la capacidad de tomar decisiones efectivas y rápidas, muchas veces transformacionales.
El MBA cumple un rol claro: formar a profesionales de 25 a 35 años, con entre 5 y 10 años de experiencia, en el uso aplicado de las principales herramientas de gestión —finanzas, marketing, operaciones y estrategia competitiva.
Pero su énfasis es técnico, centrado en resolver problemas puntuales, y deja fuera dimensiones críticas para liderar en el mundo actual. Se enseña poco sobre cómo construir y motivar equipos diversos, cómo alinear a una organización en medio de la complejidad o cómo poner la tecnología en el centro de la estrategia.
Tampoco prepara al ejecutivo para entender el mandato real de su rol: qué necesita esa empresa, en ese momento y en ese contexto específico.
Antes de asumir como CEO de Kasnet, fui socio y lideré más de 200 proyectos de estrategia y transformación en América Latina y Estados Unidos, en firmas como Bain, Kearney, Accenture, Activas y Credicorp.
Vi un patrón recurrente: compañías que invertían en consultoría y tecnología sin conectarlas con la ejecución. Esa desconexión entre estrategia, tecnología y resultados es la que termina frustrando las transformaciones.
Al llegar a KasNet enfrenté el mismo reto: disrupción digital. En un entorno volátil e incierto, el éxito que empezamos a encontrar no vino de aplicar marcos de manual, sino de diagnosticar con velocidad, atraer perfiles con ADN tecnológico y cambiar la cultura de un “no se puede” a un “experimentemos y aprendamos”.
Eso habilitó cambios en paralelo: migramos a un core digital, digitalizamos procesos críticos, fortalecimos el desarrollo de producto, modernizamos ventas corporativas, optimizamos la red de agentes, robustecimos pricing y riesgos, e integramos analítica e IA a la operación. Fue un proceso de decisiones rápidas y, en muchos casos, transformacionales.
Ahí confirmé lo que intuía: mi primer MBA me dio base, la Maestría en Tecnología amplió mi mirada digital, pero mi verdadero segundo MBA ha sido la experiencia. Liderar en la práctica —en entornos inciertos y exigentes— me enseñó más de estrategia, cultura y ejecución que cualquier aula.
En mis libros “Mentalidad Estratégica” y “Mentalidad Estratégica 2.0” comparto mi experiencia, y desarrollo el marco S.T.R.A.T.E.G.I.C., que articula estrategia, tecnología, ejecución y cultura.
Hoy, con Traxxia.ai, ofrezco a las empresas una plataforma para medir, analizar y ejecutar estrategia con datos y agilidad. La idea es clara: el futuro del liderazgo dependerá de cuán rápido podamos convertir la incertidumbre en ventaja competitiva.
Un MBA abre puertas, pero no prepara del todo para la volatilidad. El liderazgo relevante se demuestra cuando un ejecutivo es capaz de tomar decisiones estratégicas efectivas y ágiles para transformar, no solo corregir. Ese es el desafío que define a los líderes de nuestra generación.