Por Fernando Gonzales, fundador y CEO de Bigmond Group
En el dinámico mercado laboral peruano, cada vez más profesionales jóvenes asumen roles de liderazgo en organizaciones que exigen velocidad, innovación y resultados concretos.
Asumir un rol de liderazgo —ya sea por mérito, talento o necesidad del negocio— es un hito tan estimulante como desafiante, sobre todo cuando la propia carrera profesional aún está en construcción.
Liderar un equipo en esa etapa implica mucho más que asignar tareas o alcanzar metas: requiere entender que la autoridad no se impone, se construye día a día.
En culturas laborales como la nuestra, donde la experiencia y el seniority suelen asociarse al respeto, los líderes jóvenes deben construir una credibilidad que no nace de los años, sino de la coherencia, la empatía y la capacidad de inspirar a otros.
Entonces, si eres un líder joven, ¿por dónde empezar? Estas son tres acciones clave:
1. Comprender a fondo el nuevo rol y sus desafíos
No basta con ser un gran ejecutor; el reto ahora es aportar visión. Si te enfocas solo en supervisar tareas, estarás limitando el potencial del equipo. Pero si aprendes a conectar las acciones diarias con los objetivos estratégicos del negocio, te convertirás en un referente que da dirección y sentido. El liderazgo deja de ser operativo y se vuelve inspirador cuando logras que cada acción tenga coherencia y propósito.
2. Ganar la confianza y el respeto del equipo, combinando capacidad con humildad
La confianza nace cuando el líder escucha, reconoce los logros y acompaña en los errores. No se trata de imponer autoridad, sino de construirla con coherencia. Cuando las personas sienten que su voz y su trabajo son valorados, el equipo se transforma en una comunidad que crece unida y obtiene resultados sostenibles.
3. Apoyarse en la experiencia de los demás
Escuchar a quienes tienen más trayectoria, reconocer su conocimiento operativo y pedir consejo demuestra madurez, no debilidad. Contar con un mentor o guía —dentro o fuera de la organización— puede marcar la diferencia: brinda perspectiva, ayuda a anticipar errores y fortalece la toma de decisiones.
Liderar siendo joven no implica tener todas las respuestas, sino saber hacer las preguntas correctas. Se trata de asumir el rol con responsabilidad y confianza, demostrando que la autoridad más sólida no proviene del cargo, sino del impacto positivo que se genera en las personas y en los resultados.