Así logró Konecta Perú 90% de satisfacción con las capacitaciones

Para alinear su gestión de personas con el impacto social, la multinacional de call centers implementó un modelo de diversidad, equidad e inclusión (DEI) para integrar a poblaciones vulnerables al mundo laboral.

María Goncalves migró de Venezuela a Perú con la esperanza de un futuro digno. Era de la tercera edad, pero no le faltaba energía ni motivación en esta nueva etapa de su vida. Con el tiempo, consiguió trabajo en un call center, donde recibió capacitación en equidad de género y autoconocimiento junto a otras mujeres de su edad.

Dicho programa se llama Life Senior y es una iniciativa de Konecta Perú para empoderar a trabajadoras mayores de 50 años como agentes de cambio en la familia y la sociedad. Hoy, María lidera una de las cuentas de la compañía y es una referente en su equipo de trabajo.

Esta es solo una de múltiples historias de éxito surgidas al calor de los programas de diversidad e inclusión de Konecta Perú. La empresa de contact centers inició este camino con fuerza a través de la Escuela Inkluye, un proyecto orientado a tres pilares estratégicos: formación, inserción laboral y acompañamiento continuo.

La misión de Inkluye

Desde 2012, Inkluye no solo brinda a sus colaboradores capacitación en atención al cliente, sino también apoyo personalizado para la inserción laboral y sensibilización para promover ambientes de trabajo inclusivos.

“Este programa nació porque nosotros siempre hemos dicho que Konecta es un Perú en miniatura. Tenemos distintos perfiles de personas y estamos orientados a los segmentos C y D. En ese momento, Violeta Orozco, nuestra country manager de entonces, vio la realidad que vivían los colaboradores en nuestra primera sede en El Callao”, explica Leyla Begazo, gerenta de Gestión de Talento de Konecta Perú, a Sectoriales GDP.

Por aquella época, Orozco notó que la rotación laboral en Konecta era alta y consideró que los trabajadores debían llevarse un beneficio adicional al salario. Brindar trabajo formal a sectores vulnerables era solo el primer paso: había que impactar en las familias de los colaboradores. Así, Inkluye fue concebido con la visión de que la inclusión no debía quedarse en el discurso, sino trascender a la práctica.

Para materializarse, Inkluye orientó sus esfuerzos a colectivos vulnerables: personas con discapacidad, personas de bajos recursos, mujeres supervivientes de violencia o trata, miembros de la comunidad LGTBIQ+ y migrantes. Además, todo el personal involucrado en el programa participa en talleres obligatorios sobre sesgos inconscientes y comunicación inclusiva.

“Hasta la fecha, más de 2.200 personas con discapacidad se han integrado a la compañía; han recibido formación y, posteriormente, inserción en el mercado laboral. Tenemos 56 trabajadores con este perfil, por lo que hemos impulsado más de 1.000 horas de capacitación para sensibilizar sobre los sesgos inconscientes que pueden surgir al trabajar con personas con discapacidad”, describe Begazo, quien resalta que el 90% de los empleados se encuentra satisfecho con las capacitaciones.

El modelo DEI

Para construir su política de gestión del talento basada en el impacto social, Konecta implementó un modelo de diversidad, equidad e inclusión (DEI) con enfoque interseccional. Así, la multinacional de origen español amplió su alcance a las nuevas generaciones y a los colectivos ya mencionados, bajo cuatro ejes: cultura, compromiso, capacitación y comunicación.

“Creemos que estos ejes son los que engranan y mantienen vivo este modelo, porque es parte de nuestro ADN. Contamos con dos programas que dan forma a nuestro modelo: el primero es “A tu lado”, un proyecto de acompañamiento psicoemocional in-house de la compañía; y el segundo es “Basta ya”, nuestro programa libre de violencia”, añade Begazo.

Gracias a esta última iniciativa, la empresa logró, entre 2021 y 2023, una reducción del 33,8% en la prevalencia del hostigamiento sexual. Además de las capacitaciones y la sensibilización en todos los niveles de la organización, el programa incluyó asesoría legal y apoyo psicológico para las víctimas, así como canales confidenciales de denuncia y seguimiento.

“A raíz de ‘Basta ya’ hicimos un estudio con la Universidad San Martín de Porres, publicado en 2024, en el que se demostró un retorno positivo de entre S/. 1,12 y S/. 1,24 por cada sol invertido en prevención de la violencia de género”, expone Begazo. Otras mejoras notables incluyen una reducción del 11,6% de los costos asociados a la pérdida de productividad y la recuperación de 967 días laborales.

Por otro lado, Konecta Perú utiliza distintos indicadores para cada colectivo. A modo de ejemplo, la empresa evalúa la paridad de género en áreas operativas y gerenciales. Actualmente, en Konecta trabajan unos 18.000 colaboradores, de los cuales un 65% son mujeres y el 35%, varones.

No obstante, Begazo señala que la multinacional prioriza la paridad 50-50 entre gerentes hombres y mujeres y el clima laboral.

“Las personas sienten que viven en un entorno seguro emocionalmente: tenemos más del 85% de satisfacción, lo que refleja un lugar libre de violencia y con trato igualitario”, indica la ejecutiva, en alusión a los resultados del último estudio de Great Place to Work. Así, Konecta consolida su presencia en el Perú como referente en la planificación de políticas inclusivas que tratan al colaborador como agente de cambio para la organización y los suyos.

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