Levantamos la cabeza, pero no es suficiente. La más reciente edición del Ranking Mundial del Talento del Institute for Management Development (IMD) presenta un panorama poco alentador para el Perú.
De acuerdo con la escuela de negocios suiza, el Perú ocupa el puesto 59 entre 69 economías, con una puntuación de 42,3 sobre 100, lo que refleja una posición aún rezagada en competitividad del talento.
¿Qué analiza el ranking exactamente? El IMD evalúa la capacidad de los países para desarrollar, atraer y retener talento de alta calidad, con el propósito de fortalecer su capital humano a largo plazo. El estudio se estructura sobre tres pilares: inversión y desarrollo, atractivo y preparación.
Aunque el desempeño del Perú muestra una ligera mejora de 2.1 puntos respecto al 2024, Centrum PUCP advierte que este progreso sigue siendo insuficiente para revertir los problemas estructurales del país: la baja calidad educativa, la escasez de profesionales especializados y la limitada preparación de los directivos para afrontar las demandas de un mercado global cada vez más competitivo.
Los orígenes de las cifras
¿Por qué el Perú mantiene una posición tan rezagada y qué pueden hacer las empresas para revertir esta situación? En esta edición, Sectoriales GDP conversó con Luis Del Carpio, economista y director de la Maestría en Gerencia del Desarrollo Regional de Centrum PUCP, sobre las causas y consecuencias de esta brecha en competitividad del talento.
“Aquí enfrentamos fallas sistémicas en la educación y en la formación profesional. No es simplemente un área débil, sino un nodo central del que emanan múltiples disfunciones que afectan el mercado laboral y, por ende, la competitividad nacional”.
Desde su perspectiva, los malos resultados del Perú reflejan una ruptura entre el contrato social, el sistema educativo y el de formación profesional. Ambos fallan en dotar a los ciudadanos —especialmente a los jóvenes— de las competencias necesarias para impulsar una economía próspera. El ranking, por ejemplo, ubica al país en el puesto 66 de 69 en calidad de educación básica y en el 64 en educación superior.
“Las empresas se enfrentan a un capital humano que no está listo para trabajar, lo que las obliga a elegir entre dos opciones igualmente costosas: invertir en capacitación para nivelar las habilidades de sus trabajadores o competir ferozmente por un reducido grupo de talentos calificados. En ambos casos, gran parte de la población queda excluida del mercado laboral”.
El ranking mide el desempeño a nivel nacional, sin diferenciar entre Lima y las regiones. Sin embargo, esto no reduce las brechas en educación básica y superior que persisten, especialmente considerando que las cinco mejores universidades peruanas, según el ranking internacional QS 2025, se concentran en la capital.
Del Carpio advierte que esta brecha debe analizarse en paralelo con la movilidad del capital humano.
“Según el dinamismo de cada industria, esa movilidad puede relativizar los resultados finales. Grandes industrias extractivas demandan profesionales formados en las mejores universidades de Lima, quienes luego se trasladan a trabajar a las regiones. Sin embargo, esto no suele replicarse en industrias más pequeñas, de alcance local o, en el mejor de los casos, regional”.
Más allá de la responsabilidad del Estado, las empresas pueden desempeñar un rol importante en la reducción de las brechas de captación y formación de capital humano. Del Carpio sostiene que, a largo plazo, es esencial que las organizaciones vean a las universidades y escuelas de negocios como verdaderos aliados en la formación de profesionales con proyección internacional.
“Pero no debemos esperar al largo plazo para empezar a resolver el problema. Los programas de educación continua y ejecutiva permiten desarrollar las habilidades que las industrias demandan. Si bien la dinámica de los mercados vuelve este proceso complejo, es fundamental fortalecer la conexión entre universidades y empresas para facilitar la capacitación de los colaboradores”.
¿Por qué el Perú no retiene a muchos de sus mejores talentos?
Por otro lado, el ranking del IMD advierte que el Perú enfrenta una fuga constante de capital humano por diversas razones. La principal es el bajo nivel de las remuneraciones gerenciales, que actúa como un desincentivo económico para los ejecutivos.
Estos profesionales altamente calificados lidian con un mercado local que no siempre valora su preparación y, en consecuencia, ven en los mercados internacionales una alternativa natural. La brecha salarial se convierte así en un incentivo poderoso para hacer las maletas y buscar nuevas oportunidades fuera del país.
“En segundo lugar —y quizás aún más importante— están las malas políticas empresariales para la retención y motivación del talento. En este indicador, el Perú ocupa el puesto 66 de 69, lo que evidencia que la cultura corporativa de la mayoría de empresas en el país no prioriza el desarrollo de carrera, el bienestar del colaborador ni un ambiente laboral estimulante”.
Estos factores minan la motivación de muchos trabajadores talentosos, que perciben una falta de propósito más allá del salario en sus empleos actuales. La consecuente fuga de talento profundiza la falta de un plan articulado para fortalecer la competitividad del capital humano en el país.
Frente a este panorama, Del Carpio propone un plan de acción empresarial basado en tres pilares: visión de largo plazo, alineación entre productividad y resultados, y una evaluación continua del desempeño. De lo contrario, el Perú seguirá formando a los mejores jugadores… para los equipos de otros países.