Por Renzo Jeremías, CEO de Value Creation Consulting y docente en la Escuela de Posgrado de la Universidad de Lima
Transformación por aquí y por allá. Un término tan repetido que ha perdido significado. Las cifras son claras: solo el 30% de las transformaciones empresariales alcanza sus objetivos, según McKinsey.
El resto fracasa no por falta de intención, sino porque hablar resulta más fácil que ejecutar.
La verdad incómoda: se necesita estrategia, cultura y ejecución trabajando como un sistema integrado.
La nociva comodidad
La IA reescribe las reglas cada trimestre, los ciclos políticos aumentan la volatilidad y el consumidor cambia de marca con un solo clic. Mantenerse cómodo, hoy, es un suicidio empresarial.
Una multilatina soñaba con conquistar mercados en todo el continente. La contracción del consumo la obligó a despertar tras ocho años: de crecer 20% anual a volverse más pequeña, pero rentable.
Enfocarse en geografías y nichos donde realmente se genera valor. Agilidad con mentalidad de dueño. Ese músculo solo se fortalece cuando la estrategia se alinea con la realidad.
Historias de cambio que movilicen
Las famosas “declaraciones de visión” que nadie lee ni cree mueren en el PowerPoint. El problema es la ausencia de esperanza estratégica.
Harvard Business Review destaca que las organizaciones exitosas cultivan una esperanza activa: aquella que moviliza porque hace sentir que las acciones importan. Para lograrlo, se necesitan objetivos compartidos, visión de futuro y celebración del progreso.
Según Deloitte, las organizaciones que integran una narrativa coherente de cambio y propósito tienen 42% más probabilidades de superar a sus pares en rentabilidad y muestran 1,7 veces más resiliencia organizacional ante disrupciones externas.
No es storytelling vacío: es el sistema inmunológico de la empresa. Las historias de cambio deben conectar con las batallas diarias de comercial, operaciones y finanzas. Eso es verdadera transformación cultural. Sin ello, ninguna estrategia sobrevive al primer golpe.
Movernos rápidamente, pero con foco
Una operación regional se ampara en su valor de “emprendimiento corporativo” y lanza tres proyectos nuevos al mes. Todos urgentes. El resultado: equipos exhaustos que ejecutan a medias. En contraste, otra organización enfrenta cada problema comercial buscando océanos azules con optimismo genuino, pero enfocado.
No abren 47 frentes de batalla: aplican el principio de Pareto, identifican el 20% de acciones que generará el 80% del impacto. Y ejecutan.
La parálisis por análisis es un enemigo silencioso, y la ejecución desbocada, también. Los líderes necesitamos madurez profesional y personal para saber cuándo acelerar sin quemar el motor.
Donde todo se conecta
Estrategia, cultura y ejecución no operan por separado: forman un sistema integrado en el que el CEO y/o el CTO (Chief Transformation Officer) articulan el conjunto y elevan el metabolismo organizacional.
La IA es una herramienta poderosa, pero lo que mueve la aguja son los procesos rediseñados, un gobierno alineado, las palancas financieras bien identificadas y un equipo que cree en lo que construye.
¿Cuántas empresas montan esta maquinaria? Muy pocas. La mayoría habla mucho y hace poco: lanza iniciativas sin capacidad de ejecución y celebra el esfuerzo en lugar del resultado.
Es momento de dejar de hablar y empezar a transformar. El mercado no va a esperar.