Más de 40 partidos políticos están en carrera por la Presidencia de la República y los escaños del Congreso bicameral. Así se perfila el escenario de las elecciones generales de 2026 en el Perú. La incertidumbre, el descontento con las autoridades actuales y la apatía hacia la campaña marcan la agenda.
Una encuesta de Ipsos reveló en agosto de 2025 que el 38% de los peruanos no votaría por ninguno de los precandidatos presidenciales.
En paralelo, la posibilidad latente de que surjan outsiders radicales puede tentar a ciertas organizaciones a realizar proselitismo político en favor de sus intereses. Para Rolando Arellano Bahamonde, director ejecutivo de Arellano Consultoría para Crecer, este es un craso error. Hay una gran diferencia entre impulsar la importancia de un candidato y la del proceso electoral.
Así lo señaló el consultor en una entrevista concedida a Sectoriales GDP, en el marco del 23.º Congreso de Gestión de Personas.
¿Cuál es el principal riesgo para la gestión de personas en esta época electoral?
Creo que las áreas de recursos humanos, en general, tienen mucho que aportar en la capacitación y en la motivación de un mejor voto al interior de sus organizaciones. El riesgo está en confundir la educación cívica con el proselitismo, y hemos brindado una guía para evitarlo.
Entonces, ¿con qué acciones o políticas concretas se puede mitigar este riesgo desde hoy?
Lo primero es tener claras tres necesidades. Nuestros colaboradores deben comprender mejor la importancia de su voto; en otras palabras, cómo este impacta en sus familias, en las empresas y en el país.
Lo segundo es que necesitan entender cuáles deberían ser los criterios para elegir a los mejores candidatos, porque hoy, la verdad, solemos escoger a los más simpáticos y no necesariamente a los más capaces.
Y, tercero, saber cómo se emite un buen voto el día de la elección. Si el proceso que viene será muy complejo —con 43 candidatos y cinco procesos en paralelo— debemos evitar equivocarnos a la hora de actuar.
¿Qué deberían ajustar primero las empresas ante el ruido político?
Entender la diversidad dentro de las organizaciones. Hemos hablado mucho de reconocer que el Perú y sus estilos de vida han cambiado, y que existen aspiraciones y posiciones muy distintas al interior de las empresas. Con ese entendimiento, cada quien puede actuar de la mejor manera para brindar una guía cívica que ayude a ejercer un mejor voto.
Por otro lado, ¿cómo deberían prepararse las áreas de recursos humanos ante los distintos escenarios que plantean las elecciones?
En primer lugar, realizar un trabajo previo y, después, definir una guía de conducta: ¿qué podemos hacer y qué no como empresas frente a esta situación?
Por ejemplo, no conviene hablar a favor o en contra de candidatos, porque cada persona dentro de la organización puede tener su propia posición. Por las mismas razones, tampoco es recomendable pronunciarse sobre una tendencia ideológica —proempresa o no—.
Pero sí es muy conveniente hablar sobre la importancia de votar y cómo hacerlo de la mejor manera. Eso nos brinda un terreno fértil para aportar y lograr un cambio positivo para el Perú, sin entrar en áreas que puedan generar conflictos o polarizaciones al interior de la organización.
¿Consideras que, en general, vivimos un contexto de polarización política?
En general, no, porque a la gran mayoría de las personas no le importa; pero las pocas a las que sí les importa no conversan entre ellas. Eso genera la sensación de una gran fricción entre opiniones diversas. Por ello, una línea de acción para las empresas es promover conversaciones respetuosas que reconozcan la pluralidad de posiciones.
¿Cuáles son los tres puntos clave que una empresa debe considerar de cara a las elecciones generales de 2026?
Primero, hay que poner en agenda la importancia de mejorar la calidad de los electores y no solo preocuparnos por la calidad de los candidatos.
Segundo, ¿qué implica mejorar la calidad de los electores? Elevar de manera significativa la relevancia de ir a votar. En el último proceso, uno de cada cuatro peruanos no acudió a votar; es decir, no le importó hacerlo, y eso tiene que cambiar.
Tercero, saber cómo elegir mejor a nuestras instituciones: no caras bonitas ni carismáticas, sino identificar quién tiene capacidad de actuar y cuenta con el equipo técnico mejor capacitado. Además, hay que evaluar si, en el pasado, ha sido confiable o empático para poder elegir mejores funcionarios públicos.
Los colaboradores deben saber cómo ir a votar y hacerlo bien el día de las elecciones. Son uno de los elementos más importantes para reducir la incertidumbre y fortalecer la cohesión social de cara al futuro del país.